lunes, 18 de diciembre de 2006

"CINCO VIGÍAS PARA UNA TORRE "

Sin Título
Proyecto comisariado por Miguel A. Moreno.
Julio 2006. Córdoba

Fue toda una experiencia esta interesante intervención en la que, como artista invitado, conjugué uno de mis trabajos con una ubicación histórica de El Carpio: El Kiosco.

Cartel. Jornadas e Intervenciones Artísticas. Scarpia 2007

sábado, 16 de diciembre de 2006

"CHOCANTERíAS..."

Inauguro mi blog, invitándoos a mi exposición "CHOCANTERíAS", en Sala de eStar hasta el 13 de enero de 2007.

Para aquellos que no saben donde encontrar este espacio independiente para la creación contemporánea, os espero en C/ Trajano 44, 1ºB. Sevilla.



El césped.

Un buen día el césped brotó en el dormitorio. Al principio no estaba muy claro qué podía ser aquello, pero, apenas despuntó con algo más de alegría, todos estuvieron de acuerdo en señalar que se trataba de césped; simple y verde césped. Aunque en mitad de la conmoción provocada por el hallazgo, algunos de los presentes barajaron la posibilidad de que aquello que contemplaban pudiera ser una especie vegetal nunca antes catalogada, hoy podemos decir que los desmanes de erudición naturista duraron bien poco. La morfología del hallazgo despejó cualquier duda y puso las cosas en su sitio: grosor medio en la base del tallo, textura nervuda en el envés y apariencia carnosa hasta la misma punta. Nada del otro mundo. Césped corriente y moliente.

T. fue quien descubrió aquel extraño y espontáneo manto vivo bajo la cama de una de las habitaciones de un segundo piso sin ascensor. Y lo hizo sin aspaviento alguno: He mirado bajo la cama del Tío L. y he visto algo. Tres días después del descubrimiento, se habían organizado concienzudos turnos que copaban tres líneas de acción: vigilancia, nutrición e intendencia. De ese modo se aseguraban de que el césped siempre estuviera en unas condiciones óptimas y nadie atentara contra él, bien de forma intencionada o accidental.

Durante las primeras semanas, cualquier conversación que surgiera entre ellos acababan en el mismo lugar: ¿cómo era posible que el césped hubiera brotado allí? Justo debajo de la cama, atravesando por la mitad las baldosas del suelo y conformando un tupido manto similar al de cualquier residencia de verano. En aquellos días, muchos de ellos se enfrascaron en teorías que pudieran explicar aquel fenómeno, pero los resultados nunca fueron los deseados.

El paso del tiempo hizo lo demás. Lo que en un principio se antojaba milagro, acabó siendo una responsabilidad doméstica que acarreaba disgustos, descuidos, enfrentamientos y pocas alegrías entre los habitantes de la casa. Terminó por suceder lo que nadie habría pronosticado meses atrás: Tío L., durante una cena en la que no faltaba nadie, rompió el silencio para decir que a primera hora de la mañana siguiente alguien vendría a arrancar de raíz el césped, que él se había encargado de todo y que no tenían por qué preocuparse de nada.

Una semana después de aquella mañana, a la mayoría le costaba recordar qué hubo una vez debajo de la cama del Tío L.

Juan Manuel Gil. El césped. Hogar, dulce hogar. Sala de eStar. Septiembre 2006.

 
“CHOCANTERÍAS”… o de cómo una semana después, a la mayoría le costaba recordar qué hubo una vez debajo de la cama…

Un camión en la salita.
Un tema recurrente en el arte es aquél que opone lo lleno y lo vacío. Son dos ideas de espacio que podemos encontrar en el mismo autor, sea en Miguel Ángel –desde la silenciosa sacristía de la Iglesia de Santa Cruz hasta la agitación del Juicio Final- o en Ingres que satura el espacio en El baño turco y lo vacía en su Estudio de mujer dormida. Alexis Amador, que nació en Holanda, en Heemskerk, cerca de Ámsterdam, hace veintiocho años pero vive y trabaja en Sevilla, presenta en Sala de eStar su versión de estos registros artísticos. En una de las salas no hay más que una cama, demasiado estrecha y más larga de los estándares habituales. El mueble, dada su inusual proporción, parece, más que estar, deslizarse en la habitación, una impresión subrayada por la similitud del dibujo de la colcha y el de las losetas hidráulicas.

Visión y meditación casi no son posibles en la otra sala en la que hasta entrar es difícil porque está completamente ocupada por uno de esos camiones que se emplean para arrastrar un tráiler o llevar sobre él un a hormigonera. Hecho en madera cuidadosamente y en proporciones reales, ocupa la sala de pared a pared y de suelo a techo. Sólo es posible examinarlo por partes, recorrerlo y, con independencia de cuanto pueda remitir a la fantasía subreal (no es “un salón en el fondo de un lago” pero al menos es “camión en la salita”), la pieza pone un punto de ironía en el discurso del museo: he aquí una obra que no puede verse. Cerrado y abierto, vacío y saturado, los trabajos y las ideas de Alexis Amador merecen la visita.
Juan Bosco Díaz Urmeneta. Diario de Sevilla. Diciembre 2006.


“CHOCANTERÍAS”… lo que le sucedió al bicicletero...